Cosas que la ciencia puede aprender de las artes

Por Pablo Rodríguez, el 12 diciembre, 2017. Categoría(s): Opinión • Textos ✎ 13

Nota previa: para profundizar más en el tema «arte y ciencia», recomiendo leer a @deborahciencia y @puratura. Además de ser científicas, sus conocimientos de arte van mucho más allá que los de este simple aficionado que escribe. La última de ellas ha tenido la gentileza de revisar el presente artículo.

La taxonomía del conocimiento es siempre problemática. ¿Dónde acaban las matemáticas y empieza la física?, ¿y la frontera entre la física y la química, dónde la trazamos? Siendo así las cosas, uno se ve tentado de abandonar todo intento de clasificación y a hablar, simplemente (o no) de «sabiduría». Ahora bien, ¿se imaginan ustedes matricularse en la carrera de «Sabiduría»?, ¿acudir a las clases de «Introducción a la sabiduría», «Sabiduría 1» y «Sabiduría avanzada»? Al fin y al cabo, estas clasificaciones, aunque sean difusas, son útiles desde un punto de vista práctico.

Una de las fronteras aparentemente más claras se da entre artes y ciencia, llegando incluso a existir cierta desconfianza mutua entre artistas y científicos. Sin embargo, esta frontera también es difusa. Mucho se ha hablado, por ejemplo, sobre la contribución de la ciencia a las artes a través de las tecnologías. También de la contribución de las artes a la ciencia como fuente de inspiración (véase, por ejemplo, esta excelente colección sobre la influencia de la mitología en la ciencia, por @DaniEPAP).

Y por aquí viene uno de los problemas. Eso de la «inspiración» suena más bien sutil, casi esotérico, y a muchos científicos les hace levantar la ceja. Sin embargo, hay mucho más. A lo largo de mi (todavía joven) carrera he encontrado que las artes, además de proporcionarme placer, me ha proporcionado algunas herramientas tremendamente útiles en mi día a día como científico. Con la breve lista que presento a continuación, espero convencer incluso al más utilitarista de mis lectores:

Literatura:

Escribir es, probablemente, la principal actividad de cualquier científico. Unos conocimientos básicos de estilos de escritura pueden ser extremadamente beneficiosos. Lo mejor de todo es que la forma de aprender a escribir bien es muy placentera: se aprende a escribir bien leyendo a quien escribe bien. Es cierto que los artículos científicos usan, por lo general, un estilo tremendamente particular (tanto, que a veces cuesta creer que hayan sido escritos por seres humanos). Es muy posible que al científico se le exija adaptarse a este estilo al escribir sus artículos, ¿qué utilidad tiene pues conocer estilos diferentes? En primer lugar, no todo lo que escribe un científico son artículos científicos: también escribe notas de prensa, e-mails, pósters, … y cada uno de estos medios tiene sus propios estilos. Por otro lado, algunos estudios indican que los artículos mejor escritos reciben, por lo general, más citas.

Teatro:

¿Has estado en un congreso?, pregúntate cuántas charlas recuerdas y por qué. En toda exposición oral, la oratoria del ponente es tan relevante o incluso más que los propios contenidos. Una charla con buenos contenidos, pero plagada de titubeos y miedo escénico, será una auténtica tortura para los asistentes. Un orador que no preste atención a las reacciones de los asistente, que no sepa valorar la relevancia de cada sección de su propia charla, seguramente perderá el interés de la audiencia al poco tiempo de empezar. Por otro lado, una charla con contenidos más mediocres, pero con un orador brillante, será (como mínimo) recordada cuando el congreso termine. Unas nociones básicas sobre teatro, sobre cómo contar historias, cómo mantener contacto con el público, o incluso conocimientos de magia y prestidigitación pueden resultar de enorme ayuda. Como dicen en Los Simpson: un buen científico es mitad erudito mitad feriante.

Diseño gráfico:

¿Sabes cuál es la peor pesadilla de un diseñador gráfico?: quedar atrapado en una sesión de pósters científicos. Las sesiones de presentaciones científicas no van a la zaga en cuánto a horror estético. La mayoría de la gente desconoce que existen ciertas reglas no escritas (o quizá sí, ver referencias más abajo) a la hora de diseñar tanto pósteres como presentaciones. Algunas son sutiles, como no usar las mismas figuras en un paper y en un póster o una presentación (pues van a ser leídas desde distancias muy diferentes, además de requerir distinto nivel de detalle). Otras todo el mundo las conoce, pero casi nadie las pone en práctica (por ejemplo, no abusar del texto o no pasarse de tiempo). Por último, hay errores tan obvios que sonroja ver que persisten (como añadir una diapositiva con 25 referencias, que permanecerá en pantalla unos 3 segundos).

La ilustración científica es probablemente el ejemplo más claro de relaciones prácticas entre arte y ciencia
La ilustración científica es probablemente el ejemplo más claro de relaciones prácticas entre arte y ciencia

Deslizaré aquí un secretillo: hace unos años, colaboré con el departamento de selección de personal de una empresa tecnológica. Pasamos varios días leyendo currículums de matemáticos, físicos e ingenieros. Soy incapaz de expresar con palabras la ventaja estratégica de tener un currículum bien diseñado desde el punto de vista gráfico.

Entender la creatividad:

Otro punto en común entre científicos y artistas es que ambos tienen trabajos creativos. Entender cómo funcionan los procesos creativos tiene más miga de la que parece. La parte que más nos cuesta a los científicos es el hecho de que obcecarse con un problema rara vez suele dar buenos resultados. A menudo, lo mejor que podemos hacer para avanzar en nuestro trabajo es dedicar un tiempo a jugar explorando caminos alternativos o problemas secundarios, o incluso abandonar el despacho o el laboratorio y salir a dar un paseo, a hacer deporte, o incluso a tomar una cerveza. Si bien es cierto que esto no es siempre posible (proyectos urgentes, jefes tiránicos, …), mi experiencia me indica que el principal obstáculo suele ser la fé del científico en la linealidad de la relación esfuerzo-resultados. No, darse de cabezazos contra el teclado durante el doble de tiempo no va a producir el doble de resultados, y lo que es peor, además de desagradable suele ser contraproducente.

En el mundo del arte, tradicionalmente más bohemio, se acepta este hecho con naturalidad. Incluso algunas agencias de diseño implementan protocolos para garantizar que se exploren varias opciones en lugar de escoger una al principio de un proyecto (por ejemplo, exigiendo que se trabaje en dos o tres diseños durante un cierto tiempo antes de decidir cuál de ellos es el mejor; es sorprendente cuán a menudo se acaba desechando el primero de la lista que se elaboró el primer día).

Y hasta aquí llega mi lista, elaborada desde mi experiencia personal y espero no del todo intransferible. Siéntanse libres de compartir las suyas propias en los comentarios.

Referencias:



13 Comentarios

  1. El conocimiento no se puede «clasificar en sentido matemático» y la ciencia y el arte además de conocimiento son acción. Tanto en ciencia como en arte es importante la inspiración, intuición, instinto, razonamiento, etc. Y muy importante la motricidad para plasmar en el mundo físico (real) lo que está en la mente en otra forma, ya sea imágenes o ideas o veces palabras.

  2. No estoy de acuerdo. La ciencia no puede aprender de la literatura, el teatro y el diseño gráfico como tú crees. Si un cienífico no sabe escribir, dibujar o hablar: pues tendrá problemas en comunicar su ciencia; pero nada más.
    Ejemplo: D. Santiago Ramón y Cajal podría no haber sabido dibujar, ni hablar de sus hallazgos, pero la clave de su aceptación en el congreso de Berlín en el 1889 fue (según se dice) que D. Santiago sentó enfrente de su microscopio a los jefazos de la ciencia anatómica de la época y aquellos ante la evidencia que se les mostraba, no tuvieron más remedio que reconocer sus hallazgos.
    Pablo si investigas algo sustancial y tienes éxito, no te creas que porque no sepas escribir, hablar o dibujar, tus descubrimientos relevantes quedarán olvidados.

  3. No voy a entrar en considerar que un científico tenga o no que ser titulado universitario y por ello haber «aprobado» unos mínimos en la formación secundaria que garanticen su capacidad de escribir frases con sujeto, predicado y complementos (además de un cierto empleo de frases subordinadas y conexas), garabatear un esbozo o esquema gráfico que apoye sus hipótesis y supuestos e incluso una elemental capacidad de declamación o locución verbal para expresarlas y si es menester discutirlas. Pero estoy convencido de que en ciencia es clave tener claras las ideas y quien tiene cosas claras dentro de su cerebro suele buscar formas lo más adecuadas a su situación para expresarlas, argumentarlas, compartirlas y divulgarlas. Para ello las artes citadas son un camino tan correcto como lo pueda ser un manual de estilo de escritura,un manual de uso de un editor de textos, un curso de oratoria o un buen tutorial , y además por ser artes puede que su «interacción» nos provoque deleite y elevación espiritual, moral y de los sentidos; puede que más allá de enriquecer nuestra expresión nos dote de inspiración creativa.Ser científico no excluye ser humano y lo humano y el arte suelen ir parejos en mayor o menor medida.

  4. Hola! Soy argentina. Llegué al blog hace unos días buscando ya-no-recuerdo-qué y debo admitir públicamente que me robé la imagen de los insectos para usarla en mi portada de Facebook porque en algunas oportunidades tatúo y esos motivos son hermosos.
    Hoy vuelvo a encontrarme la página buscando sobre fusión nuclear para un proyecto literario en el que me estoy embarcando y al ver la imagen de nuevo siento que tengo que pedir permiso, o al menos, pasar a saludar.
    Soy Licenciada en Teatro pero la divulgación científica es uno de mis sueños. Estoy, como me siento yo, «divorciada del teatro», porque siento en mi caso siempre fue un medio más que un fin. Cuando me recibí, por esos días, realicé un curso de posgrado en mi universidad (U. Nacional de Córdoba, Arg.) sobre las neurociencias aplicadas a las artes y eso me abrió la cabeza sobre qué tan cerca están estas disciplinas. El arte mira la realidad desde un juego especular subjetivo, mientras que la ciencia trata de sacarse el caleidoscopio mental y mirar las cosas de frente… o al menos yo lo veo así. De lo que no tengo duda es de que el arte no es nada sin el conocimiento científico.
    Al día de hoy las neurociencias me parecen un poco obsoletas para intentar explicar lo que realmente estoy abocada a estudiar que es la «experiencia humana», en una búsqueda en la que las artes (interpretativas, accionales, corporales*), las ciencia naturales y las llamadas sociales se crucen. Me interesa mucho la historia de las ciencias; no en vano, de todas maneras: mis padres son Ingeniero químico él, y bióloga ella. Y el hecho de que no se hayan dedicado a experimentar me da más ganas de juntarme yo misma con experimentadores.
    No soy madre, pero he sido docente, y veo y creo que lo que no debemos dejar que se pierda es la curiosidad y la creatividad. ¿Qué sería el ser humano sin ellas? Preservémoslas, que son tan valiosa como el agua.

    Por lo pronto tengo la página ahora como consulta. Gracias y felicitaciones!

    *aunque sostengo que casi toda actividad humana es corporal, ¿o no lo es la ciencia misma? ¿O en dónde dejan sus cuerpos, sino, los científicos mientras experimentan? ;:)

  5. Hay un punto claro en el que la creatividad y la parte más «artística» del ser humano se inserta claramente en el método científico, que es en la formulación de la hipótesis. El resto del método (o los métodos), la observación, la comprobación, la comunicación de los resultados, la confirmación, etc. requiere claramente de un correcto planteamiento teórico y una correcta ejecución experimental.

    Pero es en la genialidad de «dar el salto conceptual» de imaginar una posible explicación (se me ocurren varios ejemplos, desde el «eureka» de Arquímedes, pasando por el sueño de Kekule en que el que soñó las estructura anular del benceno, hasta Einstein y su capacidad para considerar el tiempo como una magnitud relativa cuando todos andaban locos buscando el éter…) hay mucho de artístico, de creativo, de rotura de las reglas habituales del pensamiento lógico… que no es realmente pensamiento lógico visto en retrospectiva, sino meramente pensamiento convencional. Pero claro, eso lo sabemos una vez que alguien ha roto con su creatividad libre de ataduras metodológicas el pensamiento comúnmente aceptado en su época, el paradigma imperante.

    En realidad, arte y ciencia no están tan lejos. El arte trata de producir belleza en la mente humana a través de los sentidos, y la ciencia trata de ampliar nuestro conocimiento del mundo (también a través de los sentidos, aunque con ayuda de instrumentos que objetivicen nuestra percepción, claro). Finalmente, la ampliación de nuestro conocimiento puede provocar en nosotros percepción de belleza, haciendo de la ciencia una forma de arte; e incluso la belleza del arte puede provenir, en última instancia, del conocimiento a nivel muy intuitivo (se dice que la música produce placer porque es la forma en la que nuestro cerebro cuenta y usa las matemáticas sin ser consciente de que está contando).

    Obviamente, nunca confiaré en nadie que diga usar una sinfonía o un cuadro para tratar una enfermedad, ni miraré un osciloscopio como el que mira la televisión, pero tampoco caigamos, como decía Richard Dawkins, en la tiranía de la mente discontinua, que todo lo empaqueta en cajitas, porque la realidad es mucho más continua y gradual que eso, y las fronteras entre ciencia y arte, como bien dice el artículo, muchas veces son más graduales de lo que puede parecernos a simple vista.

  6. Se me ocurre que la simplicidad en la expresión matemática de una ecuación es un punto favorable para la mejor comprensión y aceptación dentro de la ciencia, (por ejemplo la ecuación e=mc2), eso es al fin y al cabo un criterio estético. Si una teoría, por muy buena que sea, no llega a la comunidad científica no es ciencia.
    Por otro lado, sin divulgadores como Asimov, que ha compaginado divulgación y literatura, la ciencia no sería lo que es para la sociedad. Para mí, la capacidad de transmitir una idea de una forma sencilla y novedosa es en sí tan importante como lo que se transmite.

  7. Tambien desde argentina y desde el lado de los cientificos creo que el comentario de orlando es muy pertinente. El articulo original es muy pragmatico, lo que es util, pero no explora las coincidencias entre el arte y la ciencia. Desde el punto de vista pragmatico, los artistas usan muchas tecnologias de base cientifica, muchas veces empiricamente sin explorar sus verdaderas posibilidades. Para esto se requeririan mas conocimientos cientificos en los artistas, equivalentes a un curso de diseño para cientificos. El tema pasa por otro lado y es la creatividad. Primero hay que aclarar que hay muchos cientificos que no son creativos y muchos artistas tampoco. La diferencia es que la creatividad se ensaya en ciencia con la realidad y en arte con los otros. Si a mi se me ocurre que puedo fabricar un material plano de espesor de un atomo hasta que no lo fabrique no sirve (salvo en revistas de fisica teorica), despues me dan el Nobel. En arte yo puedo pintar algo que parece sin sentido u horrible para muchos pero si a alguien le gusta temprano o tarde, sere Van Gogh. Obviamente la ciencia no es medir mucho y ver si da una linea recta, cero creatividad, ni el arte es tirar un balde de pintura en la tela y ver que sale, cero racionalidad. Sin embargo mucho de lo que va por ciencia es asi, burocratico, y mucho de lo que por arte es aleatorio.

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Por Pablo Rodríguez, publicado el 12 diciembre, 2017
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