Mi primer tornado

Por Pablo Rodríguez, el 30 junio, 2022. Categoría(s): Textos

Este lunes viví una de las experiencias más impresionantes de mi vida: ver un tornado de cerca. Y no, no hablo de uno de esos simpáticos “remolinos de arena”, sino de un tornado en toda regla que causó considerables destrozos e incluso se cobró una vida y varios heridos. Sucedió en la localidad neerlandesa de Zierikzee, en la provincia costera de Zelanda, y ocupó las portadas de la prensa nacional.

Poco puedo contarles sobre qué son los tornados o cómo se forman. Sobretodo, poco puedo contarles que no les hayan contado ya. Lo que sí puedo compartir, con más probabilidades de que sea inédito, es el relato de mi experiencia. Aquí va:

Fue llegar y besar el santo. Aparcamos las bicicletas en el soportal de una iglesia, y nada más girarnos para salir, vimos la clásica imagen a la que nos tienen acostumbrados las películas. Una especie de embudo de color blanco grisáceo formándose debajo de la nube de tormenta que teníamos justo sobre nuestras cabezas. No tocaba el suelo. Giraba y cambiaba de forma, alargándose, acortándose. Todo sin hacer ruido alguno. Aquello empezó a llamar la atención de todo el mundo, y muchos nos vimos mirando alrededor, evaluando la seguridad de nuestro refugio por lo que pudiera pasar. Algunos grabaron vídeos como este. No faltaron tampoco los cuñados que empezaron a pontificar con sus “aquí no pasa nada”, “eso es un remolino”, y demás.

Al poco rato el embudo desapareció por completo, aunque la nube seguía girando y presentando un aspecto amenazante. Y enseguida comenzó a oírse un sonido estremecedor, que se te metía dentro del pecho. Era parecido al que hace un enjambre de abejas pero con la intensidad de un trueno. Una nube de escombros, algunos de ellos de gran tamaño, empezó a elevarse delante de nuestras narices, a unos 300 metros de dónde estábamos. Y además pronto quedó claro que aquel vertedero volador venía hacia nosotros. Curiosamente, todo el mundo se quedó callado. Ni gritos, ni siquiera una risa nerviosa.

Siguió un golpe de viento violentísimo, que arrambló con varias terrazas y partió varios árboles. Del cielo caían ramas, trastos y hasta tejas. Tengo un vídeo:

El gran angular hace que los escombros parezcan papelillos. Este otro vídeo hace más justicia al follón que se armó en un momento.

Y según llegó, se fue, dejando la ciudad hecha unos zorros en lo que debieron ser un par de minutos. Y eso que, según supimos después, había sido un tornado «flojito».



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Por Pablo Rodríguez, publicado el 30 junio, 2022
Categoría(s): Textos