Mis primeros días en Wageningen los estoy pasando en casa de Sebastian, un compañero que tuvo la enorme gentileza de cederme una habitación. Gracias a su amable ofrecimiento he podido romper el siniestro círculo de la burocracia holandesa.
Ocupo una habitación que, de ordinario, pertenece a una china, que actualmente se encuentra de viaje. El caso es que la cama, un modelo bastante barato del IKEA, estaba bastante deteriorada… y, aunque soportaba holgadamente a su anterior ocupante, se vino abajo cuando tumbé sobre ella mi masculino y occidental cuerpo.
Vamos, que me cargué la cama nada más llegar.
Y ahora, bueno… duermo en un colchón en el suelo.
Con eso y con todo, la habitación es cálida, luminosa, silenciosa y se duerme de maravilla.
Volveremos a dejar reparada y montada la cama para el regreso de su legítima dueña.
Esa costumbre de ceder habitaciones de gente de viaje es muy «europea»
Cuando yo estuve en Alemania, también hice lo mismo para un mes que me quedé sin residencia.
Suerte, amigo!
En mi tierra te dirían «caído del catre»….. jajajaja